miércoles, 14 de septiembre de 2016

¿Por qué me monté en ese taxi? - Historias de rizos



Miraba pasar varios taxis y se me dio por meter la mano al cuarto que vi pasar. Antes de montarme decidí decirle al señor que si tenía vueltos para el billete, el señor hace una pequeña pausa y me dice que no me preocupe, que me suba adelante que va a buscar a sus hijas al colegio.  -"¿Hay algún problema?" Yo dije que no y con el calor del medio día me subí enseguida. En el camino el conductor me dice que el tráfico de la ciudad está imposible, a lo que contesté con un "aja" y seguí mirando por la ventana. Enseguida me dice que por qué me dirijo para ese lugar del centro, que si me van a arreglar el celular y se ríe, le contesto que no. Me quedé callada y pensé en no responder más nada. Continúo mirando a otro lado con un "extremo interés" en el polvo de la calle para que no me entablara más conversación. Pasábamos por varios colegios y nada que llegábamos, hasta me dio tiempo de pensar en atraco, paseos millonarios (aunque no fuera millonaria), en que no conocía la calle por donde pasábamos y me preguntaba… ¿Por qué me monté en este taxi? 

"Mi hija va a tener el cabello como tú" me dice el señor, yo solo sonreí. Veo que finalmente nos acercamos a un colegio que parecía un parque de juegos, se bajó, en pocos minutos la puerta se abre y él taxista dice "¡Digan buenas!" Cuando volteo van subiendo dos niñas idénticas al conductor. Una de ellas no tenía más de 4 años y la otra unos dos añitos mayor.  Enseguida me fijé en los casi moñitos de la menor en el cabello,  lo tenía corto pero era rizado, entonces pensé... “¡Ah... como el mío!" Me causó tanta gracia cuando seguimos en el carro y ella no me quitaba la mirada de encima, mientras su papá le decía “tócale el cabello... así es el tuyo”.

En el transcurso del camino conversábamos sobre los cuidados del cabello rizado y dejar que la niña aprendiera a amarlo, sin aplicarle químicos desde temprana edad para alisarlo, puesto que esa decisión era realmente de ella cuando estuviese consiente de lo que quería hacer con su cabello. Así fue como lo que parecía un evento infortunado para mí, resultó ser una experiencia agradable puesto que muchas veces ignoramos que nuestro cabello tiene una historia y siempre puede ser de gran ayuda para que otros se sientan apoyados e identificados, porque pasamos por momentos muy parecidos en los que los prejuicios y el desconocimiento de nuestra identidad nos llevan a creer que no somos “ideales” estéticamente.





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